Aunque no se debería juzgar nunca por la apariencia, he de reconocer que, en mi caso, una presentación cuidada y un packaging con diseño, son razones más que poderosas para que me anime a echarle una ojeada al objeto que ha llamado mi atención.
En el caso de la marca Atkinsons, la cajita naranja de su vela The Isle of Wight Bouquet está tan conseguida, huele tan bien sin ni siquiera haberla destapado que llevo varios días olvidándome distraídamente de guardarla u ordenarla, y dejo que campe por sus fueros cerca del teclado de mi ordenador.
Cuestión de ir disfrutando de su fragancia de forma dosificada, porque si huele así de bien precintada, no me quiero ni imaginar lo que tiene que ser prepararse un baño de espuma, poner buena música, y sumergirse en el agua a la luz de su llama.
Los productos de esta marca, de larga tradición inglesa, además de un reclamo para la memoria proustiana, son el resultado de una fabricación artesanal con productos naturales, donde casi todo está realizado a mano.
La vela The Isle Of Wight Bouquet desprende una fragancia verde y floral, que te retrotrae al instante a Hyde Park o a Mayfair donde el olor al ruibarbo parece imponerse al resto de las fragrancias que emanan todos estos jardines típicamente ingleses.
Un producto refinado, y extremadamente cuidado, que vale la pena probar, aunque sólo sea por lo bien que te puede hacer sentir. Precio: 65 euros (450 g).
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